Duele que el
gobierno se haya tenido que acordar de la escuela taurina de Madrid, para
concederle el premio nacional de tauromaquia, cuando la escuela ha sido
amenazada por la dictadura morada encorsetada de la alcaldesa de Madrid,
Manuela Carmena.
Duele que el
premio sepa a politiqueo, cuando el premiado tiene todo el merecimiento.
La escuela
taurina de Madrid más que ser mártir de una indocumentada jueza metida a
alcaldesa por la gracia de Pablo, ha sido la semilla que ha crecido hasta
florecer a grandes figuras del toreo y profesionales del toro. En la escuela
han convivido los sueños y los deseos, los recuerdos y las ganas. Siempre con
los pies en la tierra y recordando la famosa frase “ser torero es difícil,
llegar a figura, casi un milagro” la escuela, ha conseguido el milagro en más
de una ocasión. Y ha llegado hasta tal punto, que ahora, la gran añada que
salió de ella, denominada los príncipes del toreo, con permiso de Yiyo, que en
paz descanse, sea ahora la encargada de dictar lecciones, cumpliendo así con la
regeneración de la escuela.
Ojalá se siga
soñando y cumpliendo deseos, a pesar del poco alcance a entendederas de cierta
agrupación de partidos políticos.
Enhorabuena a
la escuela de Madrid, a sus integrantes y a los que gracias a su trabajo, la
han engrandecido.
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