El día
después de la corrida de los toreros murcianos me queda la decepción de no ver
la plaza de toros con la entrada que el cartel merecía. Los tres cuartos
generosos de entrada eludieron un tendido de sombra, muy mediado. Si alguien
está contento con esta entrada, se está engañando el mismo. El que tiene que
estar contento es un empresario de Murcia, porque esto le da alas para no
repetir este cartel en la feria de septiembre.
Y no se puede poner por excusa
el precio de las entradas para justificar el chasco de entrada de ayer. Vale
que cuarenta euros a la sombra, después de una Semana Santa con buen tiempo
parece excesivo. Pero en Murcia por septiembre, la sombra no valdría eso. Todos
sabemos que valdría el doble. Y si la afición no paga cuarenta imaginaos si va
a pagar ochenta.
El día
después de la corrida torista murciana, me queda el amargor de una corrida de
Victorino que no estuvo a la altura. Ni en juego ni en presencia. Vale, sí,
Cieza es una plaza de tercera, lo sé. Pero una cosa no quita para que diera la
sensación de ver a tres toreros hechos y derechos delante de una novillada con
caballos. Además lo de Victorino anda perdido en el océano Pacífico. Sin rumbo,
sin alma, sin el armazón de antaño y con el timón descontrolado. Para colmo,
algún iluminado del callejón se le ocurrió llamar al desnortado presidente del
festejo para que premiara con la vuelta al ruedo a un sosísimo y aburridor toro
quinto. Uno ve el resultado de los festejos sin ver la corrida en directo y se
piensa que lo de ayer fue la leche, pero la verdad que la leche estaba
desnatada.........
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