En estos
tiempos de falsos testimonios y apariencias engañosas, siempre es bueno
reencontrarse con la verdad. La verdad, por muy dura que sea, aclara caminos e
ideas y abre nuevas oportunidades, sostenidas por fuertes andamios. En la
mentira continua en la que estamos atrapados hoy día, es lógico que con una
ráfaga de aire se desmorone pronto el castillo de naipes.
Ha tenido que
ser en Alicante, dónde la verdad se ha vuelto a hacer presente. No hay
tauromaquia sin la certeza de la integridad, de la emoción y del riesgo. Afortunadamente
se juntaron los factores para la veracidad. Dentro de la realidad de la fiesta
se encuentra la cornada. Por muy duro que sea, los tabacos engrandecen la
fiesta. Esta vez le ha vuelto a tocar a Manuel Escribano sufrir en sus carnes la
autenticidad. Al entrar a matar al cuarto toro de la tarde del pasado sábado,
de la ganadería de Adolfo Martín, el toro lo prendió y llegó el dramático
instante.
“Madroño” fue
certero y de un gañafón seco partió la femoral del de Gerena a la altura del
triángulo de scarpa. De su cuerpo salió
la sustancia roja que sostiene a la verdad. Porque es la sangre la que riega el
drama, pero también el sueño, las ideas y el compromiso.
Si de verdad
hablamos, no podemos olvidarnos del pundonor de Francisco José Palazón por
anunciarse, sin apenas torear, en su tierra y con los toros mejor presentados de
toda la feria de San Juan. Pagó cara su apuesta porque le dieron tres avisos
con el segundo. Y es que aunque no se quiera, sin torear, es fácil que pase
esto. No tiene la culpa Palazón. La tienen esos que lo abandonaron a su suerte
o no confiaron en él. Para esos falsos, tres avisos.
Paco Ureña
sabe muy bien lo que es la falsedad y el olvido. Por eso, su verdad, su líquido
rojo interior sintió muy de cerca la mala suerte de Palazón. Floreció la
honestidad y su palabra en brindis llenó la batería agotada del torero alicantino.
Estos gestos hacen que uno vuelva a creer en que afortunadamente “la sangre”
sigue engrandeciendo a las personas. Ureña toreó con el corazón, y bombeó
optimismo y lucha para paliar el mal momento de su compañero. Antes de las
elecciones hubo pacto. Y sin distinción. De igual a igual.
Otra vez, una
tarde de toros sirve como lección. Lección de amor por la vida, de que hay que
vivirla cada minuto y que no se puede perder ninguno para que la vida siga
navegando con el mar en calma. Que las tormentas son seguras, pero que después
de la tempestad se puede encontrar un navío que te remolque hacia la costa. Una
costa de miles de experiencias que luchan y se ilusionan como tú y que por
dentro de ellas circula la misma sangre. Bienvenido a Isla Verdad.
Fran Pérez
@frantrapiotoros
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