jueves, 13 de octubre de 2016

AMOR EN ROMA

La afición une. Tanto que es capaz de crear parejas fantásticas. Esto del toro siempre es cosa de dos. De uno que humilla firme por abajo con fiereza y que no se da por vencido, y de otro que es capaz de ponerse, aguantar estoico y dibujar con la muñeca sueños infinitos unidos a una muleta o capote por verónicas. Y de la unión el amor. El amor que sentimos todos por una fiesta única donde saltamos por el toro bravo y nos emocionamos por el arte que es capaz de hacer delante de él, el torero.

La vida ha creado una faena perfecta. La unión entre dos personas que se ha fraguado entre naturales. Porque la distancia no fue una barrera y si una virtud. Su relación fue de largo, como ese toro que iba a la muleta de Chenel y hacia que Las Ventas temblara de ternura por el toreo.

Y una vez juntos van a ser esa conjunción perfecta, esa que no se puede explicar. No hay un “Bastonito” sin Rincón, ni un “Murciano” sin Ureña. En su vida, no habrá un “Dani” sin Mari Carmen ni una “Mari Carmen” sin un Dani.

Llegue desde aquí mi felicitación por su reciente boda. Y mi reconocimiento por ser verdaderos y sin complejos para sacar el capote y mostrar su afición en pleno viaje de novios. Porque el Coliseo de Roma sintió envidia de no ser español. Y de no sentir en su entrañas lo que el amor por el toro es capaz de hacer.

Larga vida a este amor.

Fran Pérez @frantrapiotoros

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