En estos
tiempos de guerra política, de dimes y diretes y del “tú más” cuándo toca
trabajar y arrimar el hombro entre todos, da gusto sentirse aficionado a los
toros.
En estos
tiempos dónde el fútbol, ese espectáculo que mueve masas hacia la locura de las
agresiones entre aficiones rivales o hasta daños a turistas que nada tienen que
ver con esos líos, uno se siente orgulloso de ser aficionado a los toros.
Imaginaos la
cantidad de titulares y bilis que saldría por la boca de alguno, si los
aficionados a los toros montáramos grotescas imágenes como las que los hinchas
Rusos e Ingleses están montando en la Eurocopa.
Pero claro,
es el circo futbolero y hay que tapar la miseria.
Hemos vivido
treinta y un días seguidos de cordialidad en los tendidos de la plaza de toros
de Las Ventas. Treinta y un días sumados a dos semanas de respeto en la maestranza
de Sevilla y 12 más en la plaza de toros de Valencia. Sumen las de Pamplona y
Bilbao y agranden la cuenta con todos los festejos taurinos que se celebran en
la Península Ibérica, sur de Francia e Iberoamérica. Porque por muchas reticencias
y divisiones de opiniones que genere en el espectador el trascurso de un festejo taurino, siempre está
el respeto y la tranquilidad de poder llevar a alguien a tu lado sin el
peligro de una bengala o de unos niñatos cerveceros que te amarguen la tarde.
Somos un espectáculo
de Paz, y encima, el más solidario. Y les jode a muchos que no lo quieren reconocer.
Enhorabuena
por ser Taurino.
Fran Pérez @frantrapiotoros
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