Éramos pocos
y reapareció Jesulin de Ubrique. En la época del cambio, que yo no veo por ningún
lado, va el paleto del pueblo de la piel y dice que tiene sitio.
Joe, que
peste a rancio. Ha sido comprobar que este año hay más animo de dar toros, y
los viejos especímenes fraudulentos de la fiesta, que creíamos enterrados, han
resucitado en un abrir y cerrar de ojos.
Que no vuelve
por dinero dice. No, vaya, es que el ritmo de vida que llevamos y los satélites
familiares no se mantienen solos.
Lo que pasa
es que en 2015, aquellas chicas enloquecidas que morían por besar al NI NI torero,
ya son señoras creciditas. Que no pretenda Jesulín otra vez, que le vayan a
tirar bragas. Las de ahora pasan de él, como el mismísimo aficionado a los
toros.
Alguna
quedará de la corriente braguera anterior que le hará caso. Pero ahora con la
Faja.
Que se sepa,
que Jesulin ha estado por las cloacas de la fiesta en estos años, toreando
festivales sin novillero, paseando muñecas chochonas por portátiles por los
pueblos de España, toreando aberraciones sin picar y afeitadas. Este señor es
un peligro para la tauromaquia.
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