El día
después de que Iván Fandiño se encerara con seis toros de seis ganaderías del
gusto de la afición todavía se respiran los ecos de una oportunidad perdida.
Todavía
existe la vivencia de la profunda expectación, que desde primeras horas de la
mañana populaba por la plaza de toros de Las Ventas antes de iniciarse lo que
luego sería una subida de Fandiño al Gólgota.
Queda claro
que la gente quiere de espectáculos donde no se sepa realmente lo que va a
pasar. La gente está cansada de ver siempre a los mismos con el mismo toro. Una
película muy vista que este gesto convertido en crucifixión debería cambiar. A
Fandiño hay que agradecerle qué haya sido el primero en salirse de esa línea establecida
de la comodidad. Y por eso la afición respondió.
El día
después de la encerrona de Fandiño todavía resuena la tremenda bronca al torero
al finalizar su actuación. Fue una tarde rara del de Orduña, dando la sensación
de un novillero sin preparar ante toros que exigían la preparación de un torero
que se las sabe todas. Nunca se centró en la corrida, ni aclaro la mente,
estuvo espeso, frío y tiro la toalla escandalosamente demasiado pronto. Una
imagen dantesca de como un torero ha pasado de tirarse a matar con pureza a los
toros a irse a rematar al animal a paso de banderilla.
El día
después de la encerrona de Fandiño, todavía retumba la ovación a la cuadrilla
que lidió al cuarto toro de José Escolar. Fue el momento más álgido de una
tarde aciaga. Javier Ambel estuvo inconmensurable en la brega, Jarocho y Víctor
Martínez con las banderillas e Israel de Pedro toreó y picó de maravilla.
De los otros
protagonistas de la tarde, los toros, que no nos engañemos, eran el gran
reclamo de la tarde, sobresalió el toro de José Escolar, el cuarto. El toro fue
ese toro que tiene todo lo que tiene que tener un toro para ser toro. El tercio
de varas fue antológico. Y si me dicen que en la muleta no lo demostró, les
digo que no lo demostró porque el torero le pegó trallazos con la muleta, le
acortó la distancia a un toro que necesitaba más aire y le hizo un inicio de
faena para desmoronar a cualquier bravo. El toro de Escolar fue el toro de la
tarde como también pudo haberlo sido el de Victorino, quinto, que hacía el
avión y fue bravo en varas y que la maldita casualidad hizo que se dañara los
cuartos traseros. En su lugar salió un toro de Adolfo, que han calificado como
deslucido y que yo pienso que si Fandiño hubiera estado como nos acostumbra le podría
haber sacado partido. El otro de Adolfo, el segundo, también fue un toro que estando
más centrado y menos encorsetado, le hubiera dado alegrías.
El de Partido
de Resina fue tan guapo como flojo y el de Cebada tan apretado como deslucido.
El que se llevó la palma de la fealdad suprema y toro impropio de la corrida
fue el de Palha. Un toro que entró a última hora porque el titular, se partió un cuerno en el apartado.
El día
después de la encerrona a Fandiño la temporada se le pone muy cuesta arriba. La
tarde fue para cortar la temporada, pero como esto del toreo es tan grande,
ahora llega Sevilla y este es capaz, porque así lo pensábamos antes de este mayúsculo
petardo, de cortarle las orejas a los Miuras.
El día después de la encerrona de Fandiño queda una profunda decepción. Pero que nos quiten los bailao.
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