Anuncian que
José Tomás le ha dado la gana de torear otra vez. Y ya le ponen fecha al
capricho del de Galapagar. El 31 de enero de 2016 en la plaza Monumental de
México. Pues vale.
Una pena que torero de tanta verdad y grandeza este bajo las
brumas del misticismo. Ahora se ha tenido que ir a México para que Rafael
Herrerías, le dé el oro y el moro a cambio de torear dos toritos corruptos que
es el tipo de toro que el empresario mexicano ha impuesto en esa monumental
plaza.
Pero que a
nadie se le olvide que en tiempos dónde la fiesta está más necesitada que
nunca, José Tomás no está ejerciendo ser el mesías que dicen algunos. En lugar
de estar tirando del carro que es lo que la afición y la fiesta de los toros
necesita, José Tomás anda dónde le mandó Eduardo Canorea, en el Senegal.
Así que no me
vengan ahora con que reaparece Dios, porque Dios ha abandonado la fiesta y sólo
la vuelve a adoptar cuando la necesita para beneficio propio.
Ese aura de
rareza que envuelve a este gran torero, ha asfixiado a la vergüenza torera por
la que una figura del toreo siempre se ha caracterizado. A todos nos gusta José
Tomás, es evidente, no se le puede poner un pero, pero nos da rabia que en
lugar de ser un toreo de época sea un gran torero que toreo seis años y se
retiró. A veces se echa de menos más amor por esta profesión que se lo ha dado
todo. Miren a Espartaco, medio jubilado, lo que fue capaz de hacer en Sevilla.
Su honor torero no podía tener la duda de si podría o no. Y pudo, claro que
pudo.
¿Sería capaz
José Tomás de una acción por su honor torero como la de Espartaco? Pues claro,
lo que pasa que no hay dinero que lo pague.
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