Que no te
engañen, que lo de Talavante en Málaga no ha sido nada del otro mundo y que esa
faena que tachan de las mejores, ha sido de las mejores para demostrar los
defectos del torero.
Ya la tarde
estaba gafada al inicio. Si Picasso lo viera seguro que no estaría contento. Que
Goya se cuele en tu homenaje pues como que no. Y de picassiano iba vestido
Talavante, el único. Por cierto, un traje azul feo. Muy feo. Porque si ya eran
feos los que el pintor le diseño a Luis Miguel, estas inspiraciones de aquellos
han sabido captar esa fealdad. Pero si la sal de la tarde era ver a Talavante
con un Adolfo, en el reconocimiento se lo han cargado, o eso dicen, porque
gente de Málaga no ha visto al cárdeno toro por la Malagueta. Algo parecido le ha
pasado al de Antonio Bañuelos.
La tarde se
la cargaron los toros, por su mala presencia, olor a after shave y extrema invalidez.
La primera parte de la corrida fue un canto al aburrimiento, porque el de
Fuente Ymbro y el de Victoriano, este con medio pitón en la finca, fueron
deslucidos. El de Juan Pedro, un toro reseñado para Bilbao pero que ha
terminado lidiándose en Málaga, fue devuelto por inválido. Algo tendría el toro
cuando se ha salido del lote para las corridas Generales, falta de peso y algo
más. Y como sería el reseñado al principio, porque este jabonero ha llegado de
rebote. El sustituto de Jandilla fue otro que debió ser devuelto. Pero el
peñazo se acrecentó en el cuarto capítulo, cuando un becerro con cuernos de
Daniel Ruiz se partió un pitón y le sustituyó otro de Lagunajanda con cita en
el centro de salud, para terminar corriendo turno y lidiar un novillo de
Garcigrande, de manejable juego.
Fue con este
toro impropio para una figura de primer nivel con la que Talavante cambió el
rumbo de la tarde. Talavante tuvo momentos inspirados, pero parece que a los cronistas
se les han olvidado, no sé si sobre por en medio, los continuos enganchones de
la faena. Que hubo una tanda buena, sí. De Rodillas, vale. Pero leches, no
cantadme ahora como buena una tanda de rodillas, cuando hemos censurado tanto a
Fandi por hacer lo mismo. No engañad al personal y decid lo de faenón, porque
para llegar esta faena a la altura de aquella al toro del Ventorrillo en Madrid,
hay un mundo. Una faena más, a un toro mal presentado más. Y si encima algunos tildáis
de estoconazo, a un bajonazo infame, pues apaga y vámonos. Estamos convirtiendo
la fiesta de los toros al trabajo servicial para algunos toreros. Y eso, a mí,
me quema.
Le dieron dos
orejas. Dos que eran una. Y bien que lo sabía el presidente, que luego le negó
otra con el quinto. Un Toro de “La Quinta”, de mejor presencia, pero de mal
juego. Un toro que cuando parecía que rompía se rajó. Pero con el que Talavante
estuvo bien y mató bien. Aquí si era de oreja. Pero el presidente, consciente
del regalo del toro anterior se la negó.
El sobrero
sexto de Torreherberos fue otro deslucido animal con el que Talavante, lo
intentó a su estilo sin suerte.
Lo que queda claro
es que Alejandro Talavante por actitud y repertorio no es toreo para lidiar
seis toros en solitario.
Lo mejor sin
duda la bonita que lucía la Malagueta, con la inspiración del pintor Loren,
aunque soy más de ver una plaza de toros como toda la vida. Y de una corrida de
toros sin evocación de pintores ni navegantes de descubridores de tierras
nuevas.
Una vacilada impresentable y Diputación regalando las entradas a última hora para que no quedaran huecos en la retransmision de Canal +
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