Apareció la
magia. Esa cualidad que tienen los toreros y que ahora brilla por su ausencia.
Por muchas faenas que veamos de rotundidad y negación de la segunda oreja, la
magia está ausente. Falta ese chispazo que te enganche, que te haga conectar y
soñar con lo que tú quieres ser y el valor no te lo ha permitido.
En el toreo
no hay magia. La magia del toreo es la torería. Y cuando la torería está en
peligro de extinción es un placer verla y multiplicarse. Diego Urdiales la
mostró ayer. Sabíamos que la cultivaba, pero no hasta que índice de pureza podría
llegar. Y la pureza la marcó un gran triunfo en Bilbao. La torería se
multiplicó. Ojalá, en esos corazones de futuros toreros se haya inyectado. De
Torero a Toreador hay un trecho. Ya lo dice Curro Romero. Más claro agua.
“Favorito” de
Alcurrucén ayudó a la obra. Un colaborador toro con alma de artista, que fue
fiel a Núñez y se partió la camisa en el último tercio. Toro y torero crearon
una conjunción perfecta, dónde la perfección y la naturalidad le abrieron las
compuertas a esa magia que llamamos torería. Y todo a más, a muy a más, a tanto
que se pasó de la rotundidad a la emoción a flor de piel. Magnífica obra para
la posteridad. Arte que terminó firmando con unos trincherazos de antología y
una estocada arriba de buena ejecución. A esas alturas, el público era Camarón y
por el cielo se intuía que el alma de los grandes toreros estaba asomada en el
tendido celestial, con un particular aroma a Chenel. Las dos orejas, caídas del
cielo. ¡Qué grande es el toreo!
Antes el
riojano se las vio con un primero de interesante embestida, al que pudo meter
más en la canasta, trabajando el fondo del toro, en lugar de meterse en
pinceladas a lienzo en blanco. Se intuyó que el torero venia en vena y tras una
estocada se le premió con una oreja, más a la actitud que al resultado.
Entre tanto,
vimos como a Castella hacer el esfuerzo con un segundo toro exigente. Una faena
en las que a veces ganaba el toro y otras el torero se imponía. Tablas. Con el
colorado quinto, la falta de casta se hizo la reinante y ante semejante
panorama la insistencia del torero se fue a la pesadez.
Perera, con
el peor lote, no brilló. Se añoran los tiempos en que con los peores lotes,
Miguel Ángel daba que hablar. El acomodo se está llevando al torero. Miguel
Ángel es torero de retos y necesita rivales con fiereza y acometividad para
llegar al público. Sus arrimones ante toros parados, que le llegan a la
cintura, quedan como en rejones las colleras.
Ficha:
Plaza de
Toros de Bilbao. Sábado 29 de Agosto. 8ª de las Corridas Generales.
Toros de
Alcurrucén, desiguales de presentación y juego. 1º y 2º, con movilidad y
exigencia. 3º y 6º, deslucidos y descastados. 4º, Noble y obediente en el último
tercio.
Diego
Urdiales: oreja y dos orejas.
Sebastián
Castella: ovación con saludos y ovación con saludos tras petición.
Miguel Ángel
Perera: palmas en ambos.
Entrada: Dos
tercios de plaza
Y esta tarde:
Victorinos para: Rafaelillo, Escribano y Ureña.
Por Fran
Pérez @frantrapiotoros
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