Ayer los
aficionados estábamos de enhorabuena. Los toros volvían a San Sebastián después
de que el veto de un alcalde de Bildu, los alejara de la ciudad guipuzcoana. La
nueva corporación municipal y el empecinamiento de los empresarios taurinos “Chopera”,
han logrado derribar el muro de la prohibición.
Y la verdad
que la corrida de la vuelta de los toros a Donosti fue muy bonita, a pesar de
la presentación de los toros, la plaza estuvo prácticamente llena y los espadas
intentaron agradar. Vimos a un Ponce muy en Ponce. Y que Ponce este en Ponce,
tiene las dos caras, una de la maestría, porque le saca pases a todo animal
viviente y otra la del acomodo de los años. Ponce lleva 25 años arriba y lo
tiene todo dicho en el toreo. Pero aun así, con sus cosas buenas y malas, no se
le puede negar el compromiso, cosa que otros toreros con carrera Más corta y
menos fructífera, andan escasitos de ello.
Que el
segundo toro de Manzanares fue todo un reto para el torero es una evidencia.
Vimos que cuando un toro le apreta y no es la mona dócil de siempre a José
María Manzanares le cuesta. Y aunque no logro dominar del todo al toro, apostó
y se la jugó consciente de las dificultades del animal. No me duelen prendas en
decir que ayer esa actitud me gustó. Y espero que no se quede otra vez
enterrada.
Y que López
Simón está en un momento sensacional no lo puede negar nadie. Su frescura y
concepto nos lleva a los inicios de aquel José Tomás del 96. Pena que la espada
no la tenga afilada. Perdió un pelotazo gordo televisado, que lo hubiera puesto
aún más en boca de todos.
Y la noticia también
es que TVE televisó el festejo. Hoy conocemos que la retransmisión fue vista por
900.000 espectadores y que obtuvo un 10,2% de share, con picos de tres millones
de televidentes. El festejo estuvo un punto por encima de la audiencia media de
la cadena. Unos datos positivos que deben atraer a la cadena a apostar más por
los toros, en fechas adecuadas.
La de ayer,
un 13 de agosto a las 6 de la tarde, es fecha difícil y se saldó bien. Pero la alegría
de estos aceptables números no debe tapar que se cometieron errores. El error
principal fue el tono anodino, rancio y aburridor de los comentaristas. No
pongo en duda su profesionalidad pero, en estos tiempos, la voz pausada de
Federico Arnas no vende, no llama, aburre bajo el aire acondicionado y te
invita a seguir con la siesta. Más de lo mismo con Carlos Ruiz Villasuso, el
cual no tiene buena reputación entre los aficionados a los toros. Se echó de
menos las buenas explicaciones de antaño de Fernando Fernández Román, que
también era experto en hacer llegar al espectador con su tono de voz, como el
público estaba viviendo la faena en la plaza.
No digo con
esto que quiera que vuelva Fernando, pero sí que se pruebe a otros
profesionales, que los hay, que pongan emoción a las retransmisiones taurinas.
El ejemplo, lo tienen en Canal Sur Radio. Juan Ramón Romero, Bartolomé Martos y
su equipo, hacen llevar lo que se vive en la plaza por las ondas, podrá gustar
más o menos, pero esa emoción, ese partirse la camisa, engancha.
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