Quiero creer
que las presiones de despachos no le puedan a la emoción sublime de los hechos.
Quiero creer
que torear de verdad, en esto que va de torear, debe pasar por encima de todo.
Quiero creer
pero no puedo.
No puedo
creer que se vayan a dejar fuera de la corrida de Adolfo Martín, en San Isidro,
al torero que mejor los toreó. Al torero que mejor toreó en Madrid, la pasada
temporada.
Los naturales
eternos, que todavía rondan por las cabezas de los que estamos enfermos de
afición, son fiel reflejo de la injusticia que se cometería.
Pongan a Paco
Ureña en la de Adolfo, que es la suya. Que se la ganó con lágrimas, con
esfuerzo, con superación una tarde de otoño de hoja perenne.
Porque el
toreo de corazón no cae. Perdura. Por siempre.
@frantrapiotoros
No hay comentarios:
Publicar un comentario