Se quejaba
ayer, como es habitual, la empresa de Sevilla, de que su feria de abril 2016 no
le han salido las cuentas. Pagés sigue con su tradicional lloro post feria,
también sin el cuñado Canorea.
Está claro
que los números a los que se tiene que enfrentar un empresario asustan. La
fiesta pasa por una desorbitada burbuja que se creó en los tiempos de las vacas
gordas y que el propio sector no ha sido capaz de desinflar cuando a la vaca ya
se le veía el esqueleto.
Partiendo de
ese barro, este lodo.
Pero no vale
llorar. La fiesta no necesita a empresarios derrotistas, que lloran pero no se
van. Y si no se van, algo ganarán. La fiesta de los toros necesita
trabajadores. Salir de una vez por todas de la comodidad del sillón de los
tiempos de María Castaña y ponerse a buscar soluciones, para que este gran
espectáculo salga del elitismo y el poder, para volver a ser del Pueblo.
Ramón
Valencia, para no caer en errores del pasado, no culpa a los maestrantes, ni al
estado ni a la burbuja del sector taurino de la que se alimentó durante este
tiempo. Ramón culpa a la afición. Esa que ha sido maltratada hasta el exceso.
Esa que, aunque apaleada estos años, ha sido capaz de pagar 78 € por una fila 8
del tendido. Sumen a esos 78€ la estancia, la entrada de dos o tres corridas
más porque la afición tira más que la cabeza, la comida y el billete o gasolina
de ida y vuelta.
No, si la
afición va a tener la culpa de ser aficionada. Y encima va el señor y dice que
afición no queda. Quedar queda, pero esta asqueada. Si usted no tiene ganas ni
se siente con fuerza para llevar las riendas de la plaza de toros de la real
maestranza de caballería de Sevilla, tiene el camino muy fácil. Que ya se lo
dijo Aznar a Felipe. Váyase señor Valencia, váyase.
Fran Pérez @frantrapiotoros
Completamente de acuerdo.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo.
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