Los pájaros
vuelan a media asta, se levanta tan raro un dieciocho de mayo. Se siente
la derrota pero un halo de grandeza también se nota. La noticia es
desgarradora. Ha muerto un novillero. Descanse en Paz, Renatto Motta.
Toreaba ayer
Renatto en Malco, un pueblo perdido de la cordillera andina. Refugio de toreros
que quieren seguir su sueño a pesar de las circunstancias. Malco quiso ser
Pozoblanco, y al joven Renatto, un novillo con aires de “avispado”, le pegó una
cornada. La femoral y la safena bailaron el réquiem de Mozart, al comprobar que
en Malco, a más de dos horas de un hospital en condiciones y con carreteras de difícil
comunicación, no había una enfermería en condiciones. Ni tan siquiera una
ambulancia.
En el coche
de un aficionado, recordando aquella España que levantaba en los ochenta, al
joven Renatto se le iba la vida por el triángulo de scarpa.
De los Andes
al cielo. Renatto ya es otro ángel guardián de la fiesta. A buen seguro, en el olimpo,
el rey Joselito le dará cobijo.
No hay más
verdad que la muerte. Sueño negro de un día de primavera.
Renatto Motta
Del Solar nació en Lima el 21 de enero de 1996, comenzando su ilusión en la
Escuela Taurina de Acho. Allí, recibió clases de los matadores Alejandro
Boggiano “Gironcito”, Luis Miguel Rubio y Víctor Hugo Garavito. Ahora entrenaba
con el matador de toros murciano Emilio Serna e iba a participar en varios
festejos en esas plazas del Perú, que tienen en balanza la supervivencia con la
desgracia.
Renatto Motta en el centro de la imagen |
Fran Pérez @frantrapiotoros
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