Cristina se
fue al burladero, se tragó la emoción para dictar la lección. Montera en mano
brindó a sus hijos, porque por ellos estaba ahí. Una madre es capaz de hacer de
todo por lo que siente, por lo que ama, por lo que lucha.
Sus hijos le
pidieron que toreara, que no podían dejar de ver una tarde a esa mujer
valiente, que con la petición de los que más quiere, ha sido capaz de
extenderla a esos niños, que como ella, luchan por lo que más quieren, la vida,
en una habitación de hospital.
La valiente
Cristina. La solidaria Cristina, ante todo, es madre. Una madre que nos recordó
lo importante que es esa palabra para el ser humano y que, por un instante, con
su brindis, nos hizo sentir el aliento de la que más queremos a nuestro lado. Este
donde este, la sentimos cerca, nos recordó, que ellas, de otra manera, fueron,
son y serán toreras de la vida. Que trabajaron por nosotros, que nuestros caprichos
fueron muchas veces sus desvelos y nuestras alegrías su manera de tirar siempre
hacia adelante.
Madres con
terno de luces, y cabeza de lidiadoras. Con sus manos han bordado el toreo ante
todo tipo de marrajos. Y en cada lance una frase por sentencia. Y si se pierde
algo, lo encuentran.
La Puerta
Grande de Cristina Sánchez es la Puerta Grande para todas las madres del mundo.
¡Enhorabuena!
Fran Pérez
@frantrapiotoros
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