lunes, 14 de noviembre de 2016

LA LUNA QUIERE SER UN RUEDO

En estos días, cuando la luna quiere ser albero y se agranda para intentarlo, somos muchos los que la miramos y encontramos la respuesta para lo que nos quita el sueño. Ella nos dice que seamos toreros, que en cada paseíllo que la vida nos dé la oportunidad de hacer, no perdamos la gallardía ni el respeto.

Que se marque en el ruedo la pisada y que tengamos vivo el recuerdo. Que antes que tú, han sido muchos los que se han jugado la vida, los que han cavilado por un sueño, los que han rezado para paliar el miedo y los que se han arrimado para eliminarlo por un momento.

Es inevitable que salga el toro, y si es bravo, ¡para que te cuento! Pero hay momentos en los que te piensas que estas bien, que todo va sobre ruedas y si se viene de largo, el triunfo está en la mano, pero luego viene el lamento.

Pitos cuando pensabas en palmas, ovaciones que son broncas y almohadillas al viento. Y en un instante la decepción se apodera de ti, no le ves los pies al desencuentro. Sigues andando, no hay más remedio, pero tu cuerpo en cada paso va llorando por dentro.

Pero al poco entiendes que llorar no sirve para nada. Es sólo el trámite que hay que pasar para que el alma limpie la ceniza y vuelva a ser fértil.

Y aunque ya el siguiente toro no venga de largo y sea amplio de cuna, llevas aprendida la lección, vas poco a poco, sin creértelo. Y la semilla del alma va creciendo, sin que te des cuenta, cada día un poco más y va llegando el reconocimiento, en su justa medida, como debe ser, es la única manera de mantenerlo.

Pero a la semilla le llega el momento de florecer. Y en ese momento, sin mirar atrás, el sentimiento se junta, el sueño ha llegado. Y la bronca ahora es ovación, la lagrima una nube de pañuelos, los pitos son oles rotundos y el olvido son llamadas de teléfono. Y te das cuenta que el esfuerzo mereció la pena. Toca vivir la realidad. Sin esperarlo.


Fran Pérez @frantrapiotoros

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