jueves, 24 de diciembre de 2015

SIGUIENDO A LA ESTRELLA DE ORIENTE

Otra Nochebuena. Otro año más de pastores, siguiendo la estrella de Oriente. Camino de las plazas de toros a encontrarnos el toro bravo. De él nace la fe de una “fiesta”. Sin él, todo se desbarata.

No es fácil seguir a la estrella. Por el camino, las tropas de Herodes, con uniforme de político emergente o de perroflauta indocumentado, nos tratan de poner obstáculos en el camino, para que no podamos disfrutar de nuestra fe legal. Dicen ser defensores de nuestro rey, pero en realidad sabemos que detrás de esa defensa, existe su deseo de verlo en el zoo, como una especie cualquiera y no como gobernante de un reino llamado tauromaquia, que genera más de 1000 millones de Euros al año y que deja a un país 45 millones de Euros en concepto de IVA.

Pese a la pesadez del viaje, todavía podemos entrar en Belén. Dentro de ese gran Belén, llamado sector taurino, reluce el oro de las capas de los toreros. Ellos son los carpinteros de la fe. Labran al Mesías y hacen conjunción perfecta para gloria de la fiesta. Son el alimento del alma taurina y el sueño al alcance de pocos. Carpinteros de capa y muleta pero también de pica y banderillas. En ellos está la llave y la responsabilidad de la credibilidad. Qué pena que algunos, de una u otra forma, no se acuerden de tener la llave. Que no tengan en la mente, que al lado del toro bravo, siempre ha de estar un San José con oficio.

Al otro lado del Toro, María “afición”, porque de ella no se sabe el día se cultivó la semilla de amar la fiesta de los toros. La afición es la madre, capaz de dártelo todo, de cuidarte y arroparte y de darte una reprimenda cuando realmente se merece. Contra palmeros, afición.

También están los reyes, empresarios que hilan fino y que regalan poco oro, moderado incienso y mucha mirra. A veces por contentar a carpinteros se olvidan del Mesías y hacen que María se enfade, y con razón.

Y en el portal, también hay algún burro y buey. Están gordos porque dentro de ellos guardan actos no beneficiosos para la tauromaquia de gente del propio sector. A poco se los vomitan encima a nuestro niño Jesús. Por el bien de todos, esperemos que se pongan a línea.

El Ángel mira sin quejarse de nada. Le parece bien todo. Publico de aluvión que se aburre como una ostra. La tarea de todos es que se divierta. Y que vuelva.

Me arrodillo ante el toro y su majestuosidad. Nosotros los pastores tenemos el deber de reivindicarlo. De salvar al niño del vomito del burro y del buey, y de las tropas de Herodes. De defenderlo y cuidarlo como María y de entusiasmarnos con las obras de los buenos carpinteros. De los regalos de los Reyes, no me fio.

Feliz Navidad.

De parte de Fran Pérez y todo el equipo de colaboradores de este blog.

@frantrapiotoros

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