Chico, feo y
sobrero. Y encima salió sin divisa. No eran los ingredientes perfectos para
gustar en una plaza que se supone seria, aunque yo ya dudo, como es Madrid. Y
si encima en varas flaqueó, pues era lo que faltaba para el duro. Pero el toro
se acordó de El Bosque, de su casa ganadera forjada por Don Salvador, y ahora en
las manos de su hija Dolores.
De la necesidad de esa casa de volver a llamar la
atención tras el arrinconamiento injustificado al que las figuras la han
llevado. Y en la muleta el toro rompió a embestir por los dos pitones, como un
tejón por el derecho, humillado, largo y poniendo el triunfo en bandeja.
Un toro que
tapó el petardo mayúsculo en presentación y juego de la corrida de Núñez del
Cuvillo. Un petardo que debe servir para bloquear, igual que hace el ganadero,
la ganadería de Madrid por varios años.
Dentro del
petardo, el cuarto fue noble. Anovillado pero Noble. Después de quedar inédito con
el inválido primero, que el presidente nos obligó a ver, Urdiales dejó sello con
el cuarto. Su sello. Torero puro. Fue sobando al noble y sacando una primera
tanda de derechazos buena que luego no se volvieron a repetir, porque las
siguientes tandas salieron tropezadas. Fue una faena de pases sueltos. De carteles
de toros. Trinchera gourmet, pases por bajo delicatesen y un natural de frente
de quejio, sin importarle el metraje de la faena. Una faena sin rotundidad pero
con sabor que se estropeó por el mal uso de la espada y el descabello. Una
faena de vuelta al ruedo si lo mata a la primera, aunque le hubieran dado una
oreja. Al final el torero se dio una vuelta al ruedo cuando debió saludar una
ovación.
Talavante
mostró las dos caras. Estuvo firme con el tercero. Un animal, manso y rajado,
que llegó sin picar a la muleta y que aguantó una tanda y dos naturales del extremeño.
Mató mal y se silenció su labor. El sexto, muy anovillado, desesperó al
personal y al torero. Alejandro abrevió.
Tras hacerse
el pesado con el blando segundo, Castella vio como el quinto se le lesionaba de
salida. Y al francés le tocó la primitiva de la tarde y una de las pocas de la
feria. Salió “Lenguadito” ese sobrero antes mencionado. Y la faena de Sebastián
fue lenguada. Una parte blanca y otra negra. La blanca porque estuvo
sensacional por la derecha dando tandas rotundas en sintonía con la gran
embestida que ofrecía el toro de Lola Domecq. Por ese pitón, la faena cogió
altos vuelos. Los vuelos más altos de la feria, sin duda. Por el izquierdo, el
toro también la tomaba con franqueza, no con la misma intensidad que por el
derecho, quizá por eso Castella sólo dio una tanda. Y ahora viene la parte
negra. Porque cuando pensábamos que Sebastián lo iba a reventar al natural, el
torero volvió a la derecha. Otra tanda rotunda pero por el pitón ya visto. La
faena pedía rotundidad de izquierdas y no se vio. Los pases por bajo finales se
unieron a la parte blanca. La estocaba baja, a la negra. La oreja fue el
equilibrio de las dos partes. El toro se fue en medio de una gran ovación. Pero
no nos volvamos locos, no era de vuelta al ruedo, que se la pidieron, para
sorpresa de todos los que aún conservamos el espíritu de Madrid.
Ficha:
Plaza de
Toros de Madrid, Las Ventas. Jueves 21 de Mayo. 14ª de San Isidro 2015.
Toros de
Núñez del Cuvillo, mal presentados, flojos y deslucidos. Noble el 4º. Un
sobrero de El Torero, 5º, feo y extraordinario en la muleta.
Diego
Urdiales: Silencio y Vuelta al ruedo.
Sebastián
Castella: Silencio y Oreja.
Alejandro
Talavante: Silencio y Pitos de despedida.
Entrada:
Lleno de “No hay billetes”
Y mañana: Toros
de El Pilar para: Juan José Padilla, Manzanares y Perera.
Por Fran
Pérez @frantrapiotoros
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