Ya en
pequeñas dosis, los mercaderes disfrazados de políticos, merodearon el templo e
hicieron compra venta, en sus alrededores, de derechos legales para el
ciudadano.
Si miráis atrás, tenéis lo de Cataluña, aquel tripartito que se vistió
de antitaurino, para borrar de esa comunidad los toros. A ellos los toros les
importaban una mierda, y a la vista está. Lo que a ellos les importaba, era
borrar del mapa algo que olía a España. Sorpresivamente, luego el presidente de
ese tripartito iba a los toros a Baeza. En Barrera y a la vista de todos. Otros,
caso de San Sebastián, vetaron los toros por animalismo. Y nunca mejor dicho. Un
animalismo que les llevó a matar a personas por hablar en libertad. Y mientras
se iba creando el mini mercadeo de libertades con mil ejemplos más, Galicia,
Palma de Mallorca… Poco importaba el derecho de algo legal del ciudadano, lo
que importaba eran los sobres de suculento dinero venido de Holanda, que un tal
Anselmi traía debajo del brazo. No dudéis que por cada toros fuera, hay una
mariscada posterior con el dinero del sobre del “iluminado” argentino.
Pero ahora
ese mercadeo escondido, disfrazado ha salido a la luz. Los mercaderes vestidos
de políticos ya han entrado en el templo. Y no se tapan. En esta esperpéntica situación
de pactos a la que nos ha llevado las elecciones del pasado 24 de mayo, los
mercaderes están sacando lo que no son capaces de vender, compra venta de
intereses para llegar al poder. Por eso en Huesca, para que el PSOE gobierne,
los mercaderes le han vendido la prohibición de la fiesta y el irreconocible
partido se lo ha comprado. Este sólo es un ejemplo de los innumerables casos en
comunidades y ayuntamientos, dónde la fiesta de los toros corre peligro, por el
capricho de intereses (sobre Anselmi) que los partidos bisagra hacen firmar a
los deseosos para llegar al poder. Ante este panorama, las mariscadas van a ser
cuantiosas.
Lo que me
sorprende, es que yo, un aficionado más, este escribiendo esto. Ya lo avisamos
muchos cuando este mercadeo se producía en contadas ocasiones. El sector
taurino dormitaba, pasaba del asunto y decía que la fiesta se defendía sola. El
resultado del pasotismo, ya se vio en Cataluña y Donosti. Pero ni aun así, los
que integran y son participes del tinglado taurino, no fueron capaces de unirse
y crear un organismo contra el ataque a la fiesta de los toros. Ahora, ante la
grave situación, el sector taurino sigue hibernando. Somos los aficionados los
que luchamos con uñas y dientes por la fiesta, por algo que nos apasiona y no
nos remunera. Duele que el sector no nos acompañe. Luego, con las penas,
escucharan un ¡Os lo dijimos! Y no habrá vuelta atrás. Todavía queda un pequeño
resuello para tratar de darle la vuelta a la situación. Yo me juego mi afición
pero el sector se juega algo más que el trabajo.
Por Fran
Pérez @frantrapiotoros
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