No se
pensaban los patriarcas de la familia Montoya y Miñarro, que tanto esfuerzo hecho
por recuperar la plaza de toros de Lorca, después de la guerra civil acabaría
en nada, por la inoperancia de sus hijos a la hora de gestionar dificultades.
Casualidades
de la vida, la historia les puso a los hijos la oportunidad de salir en ella, como
así lo hicieron sus padres. Lo que pasa es que los hijos parecen no acordarse
de lo que han comido de esta plaza, ni del sueño cumplido de sus padres por
recuperarla.
El terremoto
del 11 de mayo que dañó la plaza, requirió después a personas capaces, trabajadoras
y humildes, que como años atrás en la guerra civil, consiguieran recuperar para
el sufrido pueblo lorquino, una joya que nació para su disfrute. Pero en lo que
los años cuarenta se encontró en dos familias, en el siglo XXI, ha
desaparecido. SIGUE MIRANDO EL ARTICULO EN EL MULETAZO (Clic aquí)
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