Aunque no
estemos de acuerdo en el tipo de toro que se mata en América, el toro hiere,
por pequeño que sea. Ayer, en un descuido, por excesiva confianza, David
Fandila “El Fandi” fue herido en la plaza de toros Belmonte de Quito.
El toro le
propinó una cornada de tres trayectorias en el muslo izquierdo, que afortunadamente
no tocó vasos importantes. Una cornada de las que se califican limpias, pero
que no dejan de ser cornadas. Por tanto, desde aquí, yo también digo
#FuerzaFandi
El toro, por
mal presentado que sea, no deja de ser toro. Pero eso no quita para dejar de
exigir a las figuras del toreo, que su paso por las plazas del continente
americano debe ir en concordancia a su condición de matadores de toros y no de
becerristas adelantados. El público del otro continente también paga
por la verdad y seriedad de la fiesta, paga incluso más que el europeo, pero
sin embargo, lo que ve en el ruedo no se ajusta a lo que se ha dejado en la
taquilla.
Esa
dulcificación de la responsabilidad del matador de toros en tierras americanas
es lo que realmente está matando la fiesta al otro lado del charco. Las plazas
ya lo están notando, por mucho que en Lima vendan medias plazas como éxito o
que los sobres tapen el cemento del DF, por poner dos ejemplos. Una
dulcificación que al aficionado europeo hace que literalmente “se la sople” lo
que pasa en esa rica tierra llamada “América”. Pero ya no sólo pasa eso allí, aquí
en Europa, muchas ferias ya tienen la condición de “me la sopla” y eso es algo
que no se puede permitir. El remedio, afición, compromiso, responsabilidad y sí,
el de siempre, el jefe, EL TORO.
@frantrapiotoros
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