Siempre con
la gente y el pueblo en la boca, pero a la hora de la verdad, a la gente y al
pueblo se la pasan por dónde mismo se la pasan los otros. Han hecho de ser político,
una profesión asquerosa, una banda de buitres a por carroña, un circo bolivariano
y unas formas de uranio enriquecido
iraní.
Y no sólo la
melena atada con goma morada tiene la culpa. Este padre del politiqueo gástrico
ha creado a “Pedrito”. “Pedro complejos”, hombre de si a todo y lucha por
gobernar cuando las notas de los ciudadanos en las urnas le han dado un
insuficiente. Esto se parece al que al salir de la entrega de notas, hace
trabajos de orfebrería para falsificar las calificaciones. Delante del padre,
evita la colleja, para más tarde, llevarse un ostión seguro.
Resulta que
esa gente y ese pueblo somos nosotros. Va a ser que somos el padre. Y al padre
se le tiene respeto. El padre trabaja para pagarle los caprichitos al niño. El
padre suda para mantener los platos rotos del hijo. El padre sufre para llegar
a fin de mes.
El colmo de
los colmos es ser padre y que te gusten los toros. Pues eso faltaba, que los “niñitos”
aparte de sangrarte vivo, te coarten un derecho, una liberación, una manera de
olvidar por un rato, esa obligación de mantener al hijo.
Está en su
derecho el que no le gustan los toros, tiene esa libertad, pero la misma tiene
el que se apasiona por una fiesta que forma parte de este país. Negar este
encuentro sin igual entre el hombre y el toro, es negar al pueblo, negar al
padre. Libertad es elegir y convivir unos con otros. La prohibición de
libertades es dictadura, de toda la vida.
Si miramos
atrás, vemos como en la época difícil de la transición, los toros no sólo
convivieron sino que fueron a más. Época de dónde salieron grandes figuras del
toreo y alguna, mechón en cabeza, reverdecieron laureles y se convirtieron en
mitos de la llamada “movida”.
La pena es
que los intereses, tapen a la riqueza y diversidad de este país. Que el ansia
por no se sabe que, haga perder la entidad y señorío, y que ya no te reconozca
nadie. Alinearse en Baleares en contra de los toros o hasta en la misma
Córdoba, ciudad califal del toreo desde Lagartijo a “El Cordobés”, sin poder
olvidar ni a “Guerrita”, ni a “Machaquito” ni al gran Manuel Rodríguez “Manolete”,
es un despropósito. Un insulto al padre que te mantiene.
Que no lloren
luego si los dejamos sin herencia. Al padre respeto y si no, ¡a la puta calle!
Fran Pérez
@frantrapiotoros
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