Querida mía,
espera tranquila, que tu desconsuelo tiene cura. Hoy te miro como un Juncal
lorquino entre árboles de esperanza.
No llores que
han llegado. Que ya no eres presa del olvido y la agonía. Que cuentas, y mucho,
para tu familia. No esa, que te utiliza a su antojo sin removérsele las
entrañas. No esa, que se olvidó de ti en los momentos difíciles.
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