lunes, 4 de abril de 2016

A LAS DIEZ Y DOS (Cieza, crónica de la corrida del 3 de abril de 2016)

A las diez y dos de la tarde se tranzaba el paseíllo en Cieza. Sí, no es ningún error. Así lo marcaba el reloj oficial de la plaza. Sería la pila caprichosa la que decidió gastarse a esa hora, pero la pila iba con intención.

Pararse a esa hora era decir que la corrida que se celebraba en el coso de “La Deseada” era de diez. Los tres toreros murcianos del momento con una corrida que se sale de lo habitual. Una corrida para “aficionados”. De eso se encargó el dos. Porque el dos, marcó que la afición de Murcia, con su cartel de sus tres matadores con tirón, sólo es capaz de llenar dos tercios de plaza. Y eso duele. Duele para los que nos partimos la camisa para defender estos carteles. Por tanto decepción en este aspecto.

Pero si hablamos de los toros, el reloj de la plaza tampoco estaba equivocado. Lo de Victorino Martín está fatal. Importante el petardo de mansedumbre, falta de casta y sosería que ha predominado en el ganado enviado por Victorino Martín García. Una corrida desigual de presencia, anovillada y que únicamente ha recordado a lo de antaño, en la mala leche de alguno de sus ejemplares. No termina el hijo del Paleto de cogerle el punto a la ganadería, que pasa por el peor momento de su existencia. Si de diez toros le embisten dos, es un auténtico milagro. Ojalá que en Sevilla tenga que retirar esto que les cuento.

Rafaelillo se topó en primer lugar con un toro que no tenía un pase. La típica aliña de Victorino con el que Rafaelillo se fajó en tarea imposible para el lucimiento. Le tragó bastante y se libró, por su buena condición física, de momentos en los que el toro trató de echárselo a los lomos. Fue ovacionado. El cuarto, manso y complicado, no lo puso tampoco fácil, pero este al menos se desplazaba y Rafaelillo, perro viejo en la batalla cargó los cañones y la emoción caló hondo en el tendido. Mató de media efectiva con muerte espectacular del toro y se le premió con dos generosas orejas.

Más generosa, diría esperpéntica fue la decisión del presidente de premiar al quinto toro de Victorino con la vuelta al ruedo en el arrastre. “Soberano” que así se llamaba el toro, fue tan noble como soso y Paco Ureña lo toreó con el don de la naturalidad y la suavidad pero sin la emoción real que debe poner el toro. Hubo pasajes bellos en el trasteo del de Lorca, pero faltó esa conjunción especial, ese chispazo que se produce cuando el toreo de verdad va acompañado del viaje humillado y enérgico del toro. Mató bien, le dieron dos orejas porque el público es un bendito y le regalaron al toro el honor de la vuelta al ruedo en el arrastre sin que nadie del público lo pidiera. El teléfono del callejón al palco funcionó perfectamente. Esto duele también. De diez taurinos que te encuentras, si dos van por derecho, es un milagro.
El segundo pecó también de soso y Ureña tras navegar un poco a la deriva por el pitón izquierdo en los primeros compases de faena, logro hacerse con él. Por la derecha subió el diapasón del trasteo y tras pinchazo y entera desprendida se le premió con un trofeo. Ureña pide a gritos un toro que trasmita, porque el gusto con el que hace las cosas es infinito y la forma espectacular, y además, parece haber encontrado el sitio con la espada.

Cerraba terna Antonio Puerta, al que fue a parar el mejor toro de los de Victorino. Dentro del petardo, hay que salvar el pitón derecho de este animal que respondió con acometividad y humillado cuando Antonio Puerta le dio las distancias que  le pedía. Hubo dos tandas muy buenas de Puerta dejándose venir el toro de largo. Pero sorpresivamente acortó demasiado las distancias y el toro pareció ahogarse. Por el pitón izquierdo se justificó ante las dificultades que por ahí planteaba el cornúpeta. Fue premiado con una oreja, a la que hay que poner tintes de generosidad, porque le fue concedida después de pinchar dos veces, dejar una estocada desprendida y dar dos descabellos.
El sexto fue complicado y Puerta le puso demasiados arrestos para no quedarse atrás en la tarde. Fue eso lo que le llevó a atropellar la razón en el trasteo y llegó la fatídica cornada. Y es que lo de Victorino, aunque casi podrido, si te levanta los pies, sigue sin perdonar.
A las diez y dos de la tarde, a la misma hora del inicio del festejo, se acabó la tarde en Cieza, así lo quiso el reloj oficial de la plaza. Las diez y dos, hora de la garra, de la suavidad y de la mala suerte y de recuperar un hierro en horas bajas. Tiene trabajo Victorino.

Plaza de Toros de Cieza. Domingo 3 de Abril.
Toros de Victorino Martín, de desigual presencia, mansos, sosos y deslucidos. Se salva el pitón derecho del tercero. El quinto, premiado escandalosamente con una vuelta al ruedo de chiste.
Rafaelillo: Ovación y Dos Orejas y Silencio por el que mató por Puerta.
Paco Ureña: Oreja y Dos Orejas.
Antonio Puerta: Oreja y Herido.
Entrada: Dos tercios de plaza.
Rafaelillo y Ureña se negaron a salir en Hombros por cogida de su compañero.
Parte de Antonio Puerta: El diestro Antonio Puerta sufre herida en el gemelo de la pierna izquierda, con una trayectoria ascendente de 25 centímetros que afecta a masa muscular. Operado en la enfermería del coso ha sido trasladado al Hospital Virgen de la Arrixaca. Pronóstico grave. Fdo. Dr. Ricardo Robles.


Por Fran Pérez @frantrapiotoros para Purezayemocion.com y trapiotoros.blogspot.com

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