A las diez y
dos de la tarde se tranzaba el paseíllo en Cieza. Sí, no es ningún error. Así
lo marcaba el reloj oficial de la plaza. Sería la pila caprichosa la que
decidió gastarse a esa hora, pero la pila iba con intención.
Pararse a esa
hora era decir que la corrida que se celebraba en el coso de “La Deseada” era
de diez. Los tres toreros murcianos del momento con una corrida que se sale de
lo habitual. Una corrida para “aficionados”. De eso se encargó el dos. Porque
el dos, marcó que la afición de Murcia, con su cartel de sus tres matadores con
tirón, sólo es capaz de llenar dos tercios de plaza. Y eso duele. Duele para
los que nos partimos la camisa para defender estos carteles. Por tanto
decepción en este aspecto.
Pero si
hablamos de los toros, el reloj de la plaza tampoco estaba equivocado. Lo de
Victorino Martín está fatal. Importante el petardo de mansedumbre, falta de
casta y sosería que ha predominado en el ganado enviado por Victorino Martín
García. Una corrida desigual de presencia, anovillada y que únicamente ha
recordado a lo de antaño, en la mala leche de alguno de sus ejemplares. No
termina el hijo del Paleto de cogerle el punto a la ganadería, que pasa por el
peor momento de su existencia. Si de diez toros le embisten dos, es un
auténtico milagro. Ojalá que en Sevilla tenga que retirar esto que les cuento.
Rafaelillo se
topó en primer lugar con un toro que no tenía un pase. La típica aliña de
Victorino con el que Rafaelillo se fajó en tarea imposible para el lucimiento.
Le tragó bastante y se libró, por su buena condición física, de momentos en los
que el toro trató de echárselo a los lomos. Fue ovacionado. El cuarto, manso y
complicado, no lo puso tampoco fácil, pero este al menos se desplazaba y
Rafaelillo, perro viejo en la batalla cargó los cañones y la emoción caló hondo
en el tendido. Mató de media efectiva con muerte espectacular del toro y se le
premió con dos generosas orejas.
Más generosa,
diría esperpéntica fue la decisión del presidente de premiar al quinto toro de
Victorino con la vuelta al ruedo en el arrastre. “Soberano” que así se llamaba
el toro, fue tan noble como soso y Paco Ureña lo toreó con el don de la
naturalidad y la suavidad pero sin la emoción real que debe poner el toro. Hubo
pasajes bellos en el trasteo del de Lorca, pero faltó esa conjunción especial,
ese chispazo que se produce cuando el toreo de verdad va acompañado del viaje
humillado y enérgico del toro. Mató bien, le dieron dos orejas porque el
público es un bendito y le regalaron al toro el honor de la vuelta al ruedo en
el arrastre sin que nadie del público lo pidiera. El teléfono del callejón al
palco funcionó perfectamente. Esto duele también. De diez taurinos que te
encuentras, si dos van por derecho, es un milagro.
El segundo
pecó también de soso y Ureña tras navegar un poco a la deriva por el pitón
izquierdo en los primeros compases de faena, logro hacerse con él. Por la
derecha subió el diapasón del trasteo y tras pinchazo y entera desprendida se
le premió con un trofeo. Ureña pide a gritos un toro que trasmita, porque el
gusto con el que hace las cosas es infinito y la forma espectacular, y además,
parece haber encontrado el sitio con la espada.
Cerraba terna
Antonio Puerta, al que fue a parar el mejor toro de los de Victorino. Dentro
del petardo, hay que salvar el pitón derecho de este animal que respondió con
acometividad y humillado cuando Antonio Puerta le dio las distancias que le pedía. Hubo dos tandas muy buenas de Puerta
dejándose venir el toro de largo. Pero sorpresivamente acortó demasiado las
distancias y el toro pareció ahogarse. Por el pitón izquierdo se justificó ante
las dificultades que por ahí planteaba el cornúpeta. Fue premiado con una
oreja, a la que hay que poner tintes de generosidad, porque le fue concedida
después de pinchar dos veces, dejar una estocada desprendida y dar dos
descabellos.
El sexto fue
complicado y Puerta le puso demasiados arrestos para no quedarse atrás en la
tarde. Fue eso lo que le llevó a atropellar la razón en el trasteo y llegó la
fatídica cornada. Y es que lo de Victorino, aunque casi podrido, si te levanta
los pies, sigue sin perdonar.
A las diez y
dos de la tarde, a la misma hora del inicio del festejo, se acabó la tarde en
Cieza, así lo quiso el reloj oficial de la plaza. Las diez y dos, hora de la
garra, de la suavidad y de la mala suerte y de recuperar un hierro en horas
bajas. Tiene trabajo Victorino.
Plaza de
Toros de Cieza. Domingo 3 de Abril.
Toros de
Victorino Martín, de desigual presencia, mansos, sosos y deslucidos. Se salva
el pitón derecho del tercero. El quinto, premiado escandalosamente con una
vuelta al ruedo de chiste.
Rafaelillo:
Ovación y Dos Orejas y Silencio por el que mató por Puerta.
Paco Ureña:
Oreja y Dos Orejas.
Antonio
Puerta: Oreja y Herido.
Entrada: Dos
tercios de plaza.
Rafaelillo y
Ureña se negaron a salir en Hombros por cogida de su compañero.
Parte de
Antonio Puerta: El diestro Antonio Puerta sufre herida en el gemelo de la
pierna izquierda, con una trayectoria ascendente de 25 centímetros que afecta a
masa muscular. Operado en la enfermería del coso ha sido trasladado al Hospital
Virgen de la Arrixaca. Pronóstico grave. Fdo. Dr. Ricardo Robles.
Por Fran
Pérez @frantrapiotoros para Purezayemocion.com y trapiotoros.blogspot.com
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