A veces las
encorsetadas normas son capaces de destrozar los sueños más limpios. Suena raro
que a un chaval que ha destacado en todas sus actuaciones en clases prácticas
en las que ha sido anunciado, lo echen de forma fulminante de una escuela
taurina.
Eso pasó esta
semana en Murcia. Al joven Jorge Martínez, triunfador y figura destacada de los
alumnos de la escuela taurina de la Región de Murcia le han privado de su
sueño. La razón, no se sabe a ciencia cierta, pero si sabemos que ha sido por
incumplir una norma de los estatutos del Club. ¿Y qué dice esa norma? Pues que
hay que avisar a la escuela si se va a torear hasta de salón en su casa, siendo
exagerado.
Al joven
Jorge, se le presentó la oportunidad en una fiesta privada de demostrar que está
llamado a engrandecer el toreo. Es lógico que esto pase. Son circunstancias
ocasionales que para nada entorpecen las enseñanzas de la escuela taurina. Pero
desde el privado, llegaron vientos populares a la Condomina, sede de la
escuela, y Jorge tuvo que abandonar la institución.
No pongo en
duda la norma de la escuela, pero a veces hay que entender las situaciones
antes de tomar estas decisiones con un chaval de tan corta edad, que además y
me consta cumplía el régimen interno como el mejor soldado.
Seguro que
Jorge, por sus condiciones, encontrará cobijo en el seno de otra escuela,
posiblemente con más oportunidades que la de Murcia le podía dar. Pero no cabe
duda que es un cambio de vida drástico. Un cambio que supone apartarse de su
familia por periodos más largos e incluso frenar la educación, que también debe
contar para los que quieren ser futuros toreros.
No le
pongamos palos en las ruedas al futuro desde el mismo sector taurino. Luego no
valdrán lloros.
Fran Pérez
@frantrapiotoros
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