lunes, 2 de mayo de 2016

DE NARANJA Y ORO

Como pasa el tiempo madre. Parece mentira que sienta como ayer las emociones vividas hace diecisiete años.

Quizá alguno ya no se acuerde. A lo mejor muchos aficionados de ahora no tuvieron la oportunidad de vivirlo. Otros, como el que te escribe, seguimos enamorados del toreo por lo vivido aquella tarde.

Porque cada noche mágica, sueño ser torero. Y de Naranja y Oro trenzar el paseíllo. Y que en cada huella del albero se marque la palabra toreo.

Y que mis incondicionales me ovacionen. Sentirme por ellos. Suena la sinfonía de la pureza ante siete Juan Pedros. Ya sé y doy fe, que segundo y cuarto eran de Parladé.

Como saltaban en los tendidos, tres cuartos de aficionados enloquecidos. El capote cantaba por verónicas desgarradas. Pero la torería también venía por más palos, largas primorosas, tafalleras y recortes de estilo aserpentinado, que recordaban la fuente de Joselito, “El Gallo”. Y remates con revolera que formaban la escandalera.

Y con la muleta, Manolete, hasta en los molinetes. Pero siempre bajo la personalidad, que ya no veremos torear así, nunca, jamás. Muletazos a pies juntos y ejecución del pase rey de forma ideal, que no toreará otro así de frente, al natural.

Y la tarde dejó dos momentos más agradables, dos señores tercios de banderillas, si, de “El Formidable”

Y si en seis toros la gloria toreadora se hizo presente, en el sobrero de regalo la lagrima reventó a la emoción, porque el tendido coreaba sin fin, el nombre de su ídolo. De un señor. De un torero ¡Pepín, Pepín!

Y por encima de las ocho orejas y el rabo, la tarde pasará a la historia como la mejor. Como la tarde más buena, que pudimos vivir en tus entrañas, Sutullena.


Homenaje a la plaza de toros de Lorca y a la encerrona que Pepín Jiménez realizó el 2 de mayo de 1999 para deleitarnos con la verdad del toreo.

Fran Pérez @frantrapiotoros

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