Y soñar desde
pequeño como meterse en ese jardín prohibido. Mirar al cielo y sentir la gloria.
Tratar de sortear las zarzas y anclar las zapatillas. Y oler las rosas por
naturales y que el viento puro ruja con oles sentidos en tus oídos.
Y que llegue
el día que la puerta se abra y que los nervios sean los protagonistas. El sueño
mitiga el miedo de la realidad. El aroma de la rosas se siente lejos y el
viento se transforma en murmullo. Se avanza por el jardín de arena y solo la fe
te acerca al sueño.
Eres de fe y
por el camino vives profundo la grandeza de ese sueño de pequeño. Y te crees
vencedor y con la rosa en la mano, creyéndotela ya cortada, no te acuerdas de
las espinas. Y llega la cornada.
No te
pinchaste en vano querido amigo. Creíste en el toreo. Y el toreo pidió tu
sangre para engrandecerse. Para hacerte más torero. De tu pierna sacó el jugo
Rafa Serna. Así se riega el jardín prohibido.
Fran Pérez
@frantrapiotoros
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