Aquel maldito
9 de Julio andaba yo tomando café cuando dando el repaso habitual a Twitter
llegó la trágica noticia de la cogida, “gravísima cornada”, “tiene mala pinta”,
“esperemos que no sea tan grave como parece”, eran algunos de los mensajes que
ya bastante preocupado comenzaba a leer.
De ahí mi
padre y yo fuimos a comprar un par de cosas que hacían falta y ya estando en la
caja para pagar… se confirmó la trágica noticia, lo último que le dije a mi
padre fue… “lo ha matado”, el me respondió con un “no puede ser”, el camino de
la tienda al bar se hizo un calvario, las lágrimas no podían aguantar más en
mis irritados ojos.
Del bar a la
casa no dije ni una palabra, no podía, el nudo de la garganta y las lágrimas de
los ojos no me dejaban, al llegar a casa el tiempo no pasaba, los minutos
parecían horas y aún no me lo terminaba de creer, esa noche no quise ni ver una
sola vez en los medios de comunicación que jamás daban una noticia de toros, la
del gran Víctor Barrio.
Los
sentimientos esa noche seguían a flor de piel y no tuve la fuerza de escribir
nada, la tristeza me invadía y me sentía incapaz, esa noche se hizo eterna,
meterme en Twitter se me hacía imposible. No quería saber nada más de toros esa
noche, en la larga espera hasta poder dormir me dio tiempo para mirar por la
ventana y ver una estrella en el firmamento, sabía que era la suya, relucía más
que ninguna, imágenes, momentos, faenas… se me vinieron a la mente entre
llantos y sollozos. Esta noche cuando vuelva a ver esa estrella relucir más que
ninguna, una Salve Rociera rezaré para que el alma de Víctor Barrio siga en las
Marismas Eternas junto a la Virgen del Rocío y con todos esos grandes que
entregaron su vida por el mundo del toro.
Un toro le
quitó la vida, pero la gloria jamás se la podrá quitar nadie,
#EternoVíctorBarrio.
Por Andrés
Salas @andresalas2011.
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