En Zaragoza tenía
que ser. En la cuna del pintor, la paleta de colores de la tauromaquia se
mostró plena. Porque este rico espectáculo, como los colores, es capaz de
abarcar amalgamas de todo tipo. Pasar del enfado al aplauso, de la emoción al
grito, del lloro a la alegría, de la vida a la muerte. Mezcla que hace grande
la fiesta de los toros, y a la vez, la riqueza cultural del aficionado. Ver
crear arte en directo y que el arte se entrevere con los sentimientos, en el
lienzo de la vida.
Morante de la
Puebla pinta con sus muñecas sueños de locura a la verónica. Le cuesta pintar,
porque su imaginación está reñida con las ganas y la confianza. Pero cuando es
capaz de juntarlo todo salen los porqués de su fama. Deja claro porque todos los capotes se quieren
apellidar Morante Camacho. Y que el arte de la Puebla se hermana con el de
Fuendetodos. Porque si Goya estuviera vivo pintaría sin dudar esas medias que
son enteras y ese garbo que es difícil de encontrar en las plazas. Se llama
personalidad. Sello propio. Alta costura.
Se podrá
creer que Talavante está de moda. Pero lo que Talavante ofrece no es nada
nuevo. Cincelar faenas con la mano izquierda simplemente es el toreo. Y el
toreo siempre está a la orden del día. Si hay alguien que merezca llamarse
figura del toreo, Talavante es el ejemplo. Cierto es que su obra está
incompleta. Falta esa obra maestra que sólo se puede hacer delante de una
animal a la altura de su majestuosidad como torero. Un toro a su nivel. Si eso
pasa será muy difícil alcanzarle. Para él es el trono de la temporada 2016.
Pero la
tauromaquia no solo vive de pintores al óleo. La brocha gorda también cuenta.
Esos que se han jugado la vida al filo del andamio, que se han caído y han
cobrado el seguro, pero a pesar de todo, se levantan cada día pensando en
volver a subirse. Y se suben, aunque su capacidad para pintar ya sea limitada.
Pero aman lo que hacen y ya no es solo cuestión de trabajar sino de pasión. Pasión
es la que tiene Juan José Padilla por la fiesta de los toros. Y aunque todos
sepamos que ya no está para estar delante de la cara del toro, él, cada día,
sueña con quitarnos esa idea de la cabeza. Y su humanidad, su corazón lleno de vida
le hizo brindar por la misma, y marcharse a la Puerta de Chiqueros a porta
gayola para que otra vez la casualidad y la suerte pasará por su cuerpo y el
grito por el de todos los aficionados. Y cuando pasa eso, somos capaces de
olvidarnos que ocupa el puesto de otros toreros más jóvenes con más cosas que
ganar en su carrera que él y que se dejó sin torear al mejor toro de Cuvillo de
la tarde. Pero y qué más da. Un tío con esa entrega, en esa plaza donde iba a
perder la vida y con esa situación, debe tener todo el respeto posible. Un respeto
que palpó y que sintió en su cuerpo. Debió ser sacado a hombros por la Puerta
Grande. Pero el presidente se la negó en contra de la voluntad de todos y quiso
pintar el también en la tarde. Y pintó y se cargó el cuadro.
Fran Pérez @frantrapiotoros
Si el trono de esta temporada para Talavante, que por cierto ha estado sensacional. ¿Dónde colocamos a Enrique Ponce que éste año, además de su habitual regularidad, ha dado auténticas lecciones de como se lidia y se torea a un toro?
ResponderEliminarSi el trono de esta temporada para Talavante, que por cierto ha estado sensacional. ¿Dónde colocamos a Enrique Ponce que éste año, además de su habitual regularidad, ha dado auténticas lecciones de como se lidia y se torea a un toro?
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