domingo, 16 de octubre de 2016

EN ZARAGOZA TENÍA QUE SER....

En Zaragoza tenía que ser. En la cuna del pintor, la paleta de colores de la tauromaquia se mostró plena. Porque este rico espectáculo, como los colores, es capaz de abarcar amalgamas de todo tipo. Pasar del enfado al aplauso, de la emoción al grito, del lloro a la alegría, de la vida a la muerte. Mezcla que hace grande la fiesta de los toros, y a la vez, la riqueza cultural del aficionado. Ver crear arte en directo y que el arte se entrevere con los sentimientos, en el lienzo de la vida.

Morante de la Puebla pinta con sus muñecas sueños de locura a la verónica. Le cuesta pintar, porque su imaginación está reñida con las ganas y la confianza. Pero cuando es capaz de juntarlo todo salen los porqués de su fama.  Deja claro porque todos los capotes se quieren apellidar Morante Camacho. Y que el arte de la Puebla se hermana con el de Fuendetodos. Porque si Goya estuviera vivo pintaría sin dudar esas medias que son enteras y ese garbo que es difícil de encontrar en las plazas. Se llama personalidad. Sello propio. Alta costura.

Se podrá creer que Talavante está de moda. Pero lo que Talavante ofrece no es nada nuevo. Cincelar faenas con la mano izquierda simplemente es el toreo. Y el toreo siempre está a la orden del día. Si hay alguien que merezca llamarse figura del toreo, Talavante es el ejemplo. Cierto es que su obra está incompleta. Falta esa obra maestra que sólo se puede hacer delante de una animal a la altura de su majestuosidad como torero. Un toro a su nivel. Si eso pasa será muy difícil alcanzarle. Para él es el trono de la temporada 2016.

Pero la tauromaquia no solo vive de pintores al óleo. La brocha gorda también cuenta. Esos que se han jugado la vida al filo del andamio, que se han caído y han cobrado el seguro, pero a pesar de todo, se levantan cada día pensando en volver a subirse. Y se suben, aunque su capacidad para pintar ya sea limitada. Pero aman lo que hacen y ya no es solo cuestión de trabajar sino de pasión. Pasión es la que tiene Juan José Padilla por la fiesta de los toros. Y aunque todos sepamos que ya no está para estar delante de la cara del toro, él, cada día, sueña con quitarnos esa idea de la cabeza. Y su humanidad, su corazón lleno de vida le hizo brindar por la misma, y marcharse a la Puerta de Chiqueros a porta gayola para que otra vez la casualidad y la suerte pasará por su cuerpo y el grito por el de todos los aficionados. Y cuando pasa eso, somos capaces de olvidarnos que ocupa el puesto de otros toreros más jóvenes con más cosas que ganar en su carrera que él y que se dejó sin torear al mejor toro de Cuvillo de la tarde. Pero y qué más da. Un tío con esa entrega, en esa plaza donde iba a perder la vida y con esa situación, debe tener todo el respeto posible. Un respeto que palpó y que sintió en su cuerpo. Debió ser sacado a hombros por la Puerta Grande. Pero el presidente se la negó en contra de la voluntad de todos y quiso pintar el también en la tarde. Y pintó y se cargó el cuadro.

Fran Pérez @frantrapiotoros

2 comentarios:

  1. Si el trono de esta temporada para Talavante, que por cierto ha estado sensacional. ¿Dónde colocamos a Enrique Ponce que éste año, además de su habitual regularidad, ha dado auténticas lecciones de como se lidia y se torea a un toro?

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  2. Si el trono de esta temporada para Talavante, que por cierto ha estado sensacional. ¿Dónde colocamos a Enrique Ponce que éste año, además de su habitual regularidad, ha dado auténticas lecciones de como se lidia y se torea a un toro?

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